Parte 3: La Pila de Lenguajes

“Una cultura no puede evolucionar más rápido de lo que evoluciona su lenguaje, y no puede estar más cohesionada que el ancho de banda que sus lenguajes toleren.”

  • Terence McKenna

El auge de la computación espacial no se limita a las ciudades inteligentes y la IA, ni a cómo las máquinas se comunican entre sí. A principios de este año, Apple dejó clara su dirección y posición como empresa de computación espacial con la introducción del Vision Pro.

En el escenario, Tim Cook dijo que, así como el Mac nos presentó las computadoras personales y el iPhone nos introdujo a las computadoras móviles, el Vision Pro introducirá las computadoras espaciales.

Cuando Apple dice que la computación espacial es el próximo gran avance, es difícil exagerar la importancia de lo que están tratando de comunicar:

Un cambio tan trascendental como el de las computadoras de escritorio a las móviles ya está aquí, y va a cambiar el mundo.

El cambio que se avecina no es solo la transición de los móviles a los dispositivos vestibles, sino un cambio histórico en la forma en que interactuamos con la información y entre nosotros. La próxima era no es una computadora en tu bolsillo o en tu cara, sino experimentar el internet en el espacio físico.

La transición previa de las computadoras personales a las computadoras móviles impactó profundamente cómo interactuamos con las computadoras y nos relacionamos entre nosotros. Surgieron nuevas formas de conexión y comunicación, pero también nuevas y extrañas formas de soledad.

Casi todas las industrias fueron transformadas por la computación móvil, y un enorme porcentaje de la población mundial interactúa con computadoras e internet principalmente a través de su dispositivo de mano.

Apple, Meta y muchas otras empresas ven cómo la transición a la computación espacial y la realidad aumentada promete desbloquear nuevas formas de comunicación, colaboración y conexión humana: es casi seguro, y de manera bastante literal, el futuro del lenguaje.

La realidad aumentada te permite manifestar tus conocimientos e imaginación en las mentes de los demás, directamente en la realidad que perciben. Es una forma de comunicación increíblemente poderosa, especialmente cuando se combina con las impresionantes capacidades de la IA generativa.

El fallecido y gran Terence McKenna dijo una vez que "una cultura no puede evolucionar más rápido de lo que evoluciona su lenguaje, y no puede estar más cohesionada que el ancho de banda que sus lenguajes toleren".

La implicación oculta de esta visión inspirada es que construir la propia pila de lenguajes es una de las cosas más transformadoras en las que la humanidad puede involucrarse. Pero para que la realidad aumentada sea un lenguaje eficaz, debe ser una experiencia compartible. Necesitamos ver la misma capa digital superpuesta al mundo, y nuestros dispositivos digitales no pueden resolver esa tarea sin una comprensión compartida de la posición y el espacio físico.

Así, el sexto protocolo se encuentra en la intersección de tres de las mayores oportunidades económicas de la historia: la realidad aumentada (AR), el Internet de las Cosas (IoT) y la inteligencia artificial (IA).

No es de extrañar que decenas de miles de millones estén siendo desplegados por las empresas tecnológicas más grandes y competentes del mundo para resolver el problema del posicionamiento digital.

Pero hay un lado oscuro en la realidad aumentada, los coches autónomos o unas galletas entregadas por drones, al menos tal como se está construyendo hoy en día.

Hablemos de posicionamiento y privacidad.

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