Parte 4: Glassholes y Privacidad

Los dispositivos digitales no tienen una comprensión inherente de dónde se encuentran en el mundo. El GPS solo puede indicarte en qué vecindad te encuentras y no funciona en interiores o en entornos densos.

Para resolver el problema de la localización, todos, desde Tesla y Apple, hasta Bytedance y Snap, han recurrido a la cámara. Comparando la información visual de tu dispositivo con sus bases de datos centralizadas sobre cómo se ve el mundo, se puede calcular la posición de tu dispositivo.

La tecnología es increíblemente impresionante, y compañías como Google y Niantic pueden ubicar tu dispositivo, basándose en los datos visuales de tu cámara, con una precisión de pocos centímetros en muchos espacios públicos conocidos.

Sus modelos han sido entrenados con miles de millones de fotos de Google Streetview e imágenes generadas por los usuarios. Niantic, por ejemplo, permitió a los jugadores de Pokémon GO contribuir con datos al mapa mundial mientras jugaban.

Y ahí está el problema. ¿Se maneja siempre esta recolección de datos de manera ética, con el consentimiento informado del usuario? Una lectura cuidadosa de los términos de servicio de algunos de estos protocolos de posicionamiento revela que a menudo delegan la responsabilidad de obtener el consentimiento del usuario a los desarrolladores de terceros que utilizan los servicios de posicionamiento para sus aplicaciones.

Aunque ahora no parezca un problema urgente, cuando nuestros dispositivos son de mano, considera el mundo cuando el uso de gafas de realidad aumentada sea universal y los robots usan cámaras que siempre están encendidas.

Las grandes empresas tecnológicas pronto estarán mirando a través de tus ojos, literalmente, porque así es como funciona su tecnología de posicionamiento. Las API ya han sido creadas; ¡puedes usarlas hoy mismo! Pronto, las cámaras se moverán de nuestros bolsillos y manos a nuestras caras.

Ese es su plan. Puedes leer el inspirador y escalofriante relato corto "End User" de Alastair Reynolds para comprender por qué este es un futuro que debería preocuparte profundamente.

El modelo de negocio predominante en internet, basado en la recolección de datos, y la creciente complacencia ante esta centralización de la información, es una amenaza seria para nuestra libertad de pensamiento. Permitir que un puñado de empresas tenga el poder de literalmente ver el mundo a través de nuestros ojos es uno de los resultados más perversamente distópicos imaginables, pero es el resultado hacia el que nos dirigimos a gran velocidad.

Si el posicionamiento visual realmente es el futuro de la computación espacial, como bien podría ser, ¿cómo podemos abrazar las poderosas tecnologías que el posicionamiento visual permitirá, mientras conservamos la privacidad, en un mundo donde la cámara debe estar encendida todo el tiempo?

Una gran ironía es que éramos increíblemente suspicaces ante las cámaras llevadas en la cara en la ya pasada era de Google Glass, etiquetando a los primeros usuarios como "glassholes". Algunos incluso fueron agredidos físicamente. Pero hoy, nuestra cultura se ha vuelto mucho más insensible a la violación de nuestra privacidad y libertad cognitiva. Cuando Meta lanzó sus últimas gafas inteligentes, Mark Zuckerberg se personó junto a una impresionante presentación visual con las palabras "Capturar" y "Escuchar" describiendo de manera destacada sus nuevas características de interpretación con IA.

Esta vez, el "glasshole" fue recibido con aplausos.

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